El deseo se regenera a sí mismo,
es fuerza fundamental en acto
direccionalidad física puesta en señuelo de migas fino.
Seducir es llamar, es mostrarse desde el misterio, es crear narrativa y baile, se puede, también, seducir lo conocido.

Mirarlo cada día con ojos que no fijan en el tiempo.

Ya, la mirada no siempre es fluida, en ocasiones
objetiviza, hay que jugar con el oído, la risa y el paso cuando sea posible.

Preguntarse ¿cuál es la naturaleza de mi deseo?
¿Qué busco realmente?
¿Es placer, es conexión?
¿Qué y por qué?

Revelar la naturaleza de nuestros deseos, muchos se desvanecen con solo mirarlos.