La ciudad es un pálpito que se cae
Con la edad se marchita el rostro de las oliveras
Las garras suspendidas del verdejo sobre la chimenea gris
La mañana dulce sobre tu rostro
Observo el frío y toco el cielo;
será que pronto vendrás tú
Como llovizna que atraviesa el reflejo de la Luna
En otro lugar nacen letras sin sonido
Un eco sordo y derrotado
desgarrando el tejido invierno